Erika Bagnarello quería contar la historia de un piano, y lo hizo; mas al hacerlo, contó también la de un niño, un viaje, una familia y un encuentro el primer día de un año.
Como Sebastián, el pequeño protagonista, la realizadora también aprendió algo al hacer Primero de enero, su primer largometraje de ficción, que se estrena en salas de cine del país este viernes 1.° de enero.
Esta cinta se presentó, fuera de concurso, en el Costa Rica Festival Internacional de Cine 2015 , celebrado en diciembre.
De acuerdo con Bagnarello, durante cuatro años le dio vuelta a la idea; además, como guionista, le atraía hacer un filme que tuviese niños en el centro de la trama. Cita Estación Central y Cinema Paradiso como ejemplos.
“Quería tocar varios temas. Uno de ellos es cómo percibe el divorcio un niño, quien en la historia puede parecer insolente, pero cuyos sentimientos son afectados por esa circunstancia. Me gusta el tema social, así como la necesidad crear empatía con cada personaje”, comentó.
La historia tendría lugar en Puerto Viejo; sin embargo, como cuenta, se cansó de tocar puertas en el país. Finalmente, se rodó en República Dominicana, donde encontró el apoyo buscado. “Acá las circunstancias no se dieron”.
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Papá y mamá. El matrimonio de los padres de Sebastián está en el subsuelo. El niño resiente las discusiones entre ellos; de alguna manera, él siente el deber de remediar el asunto.
Un viejo piano familiar, heredado por la vía paterna, se convertirá en el hilo conductor de su cruzada. El instrumento, al que le falta poco para ser una ruina, es metáfora del rescate.
Sí, hay que buscar el piano porque, aunque no es fácil perder uno, el muchacho encontró la manera de extraviarlo. Tampoco es sencillo recuperarlo...
“Escogí un piano por gusto personal: siempre quise estudiarlo, pero no pude. La otra razón es que es muy pesado y muy complicado de transportar”, detalla.
“Sebas” emprende un viaje en pos del instrumento perdido, una tarea que se adivina un poco menos que imposible para él y el grupo de amigos que arma. Para el niño, será el primer paso hacia una nueva etapa de su vida: la pubertad está a la vuelta de la esquina.
Cuando llegue a ella, lo hará con una lección aprendida, bien especificada por el buenazo de Francis: no es raro que, perdiendo algo, se gane mucho más.
Sin embargo, dice Bagnarello, la trama también se permite sonreír: “Me gustan las películas con cierta ligereza. Por eso, tiene momentos light , más vacilones”.
Recepción. “ Primero de enero gustó mucho en los países del Caribe en el que se ha exhibido. Fue vista en Hollywood, en Suiza, ahora vamos para Wisconsin. Nos han llamado de varios festivales de cine... La película ha tenido muy buena recepción en los lugares en los que la hemos presentado”, apunta su directora.
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Tras su ópera prima, ya tiene otros proyectos. Uno de ellos, en proceso de edición, es un documental acerca de una mujer con una enfermedad terminal.
“La seguí durante meses, mientras se enfrentaba a la muerte. Quería hacer algo distinto, más íntimo”, dijo Bagnarello, quien ha dirigido dos largometrajes documentales. Residente en Los Ángeles (Estados Unidos), añadió que desarrolla otros proyectos largos de ficción y series.
Con Primero de enero presentada, la realizadora reflexiona acerca de lo que le dejó el filme. “( Suspira ). ¡Qué no me dejó! De todo un poco ( ríe ). Siento que lo más importante de mi primera película es haberla hecho, lo que uno aprende para la segunda”.
Al igual que Sebas, ella también creció: “Lo más importante es disfrutar el proceso... Lo que una quiere es contar una historia y que la gente la disfrute”.